Desde pequeño, cada vez que decía que quería estudiar música, siempre aparecía la misma pregunta: “¡Ah, qué bien! ¿Y qué más?”.
Muchas veces no se valora la dedicación que hay detrás: las horas de práctica, el perfeccionamiento constante, la voluntad y la disciplina necesarias para avanzar en el mundo musical. Sin embargo, quienes vivimos este camino sabemos que el conocimiento se nutre de sí mismo y que, con cada aprendizaje, nuestras conexiones internas se vuelven más potentes y duraderas.

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