En el mundo de la música, y especialmente en el ámbito orquestal, las correcciones y los comentarios forman parte del trabajo del día a día. Sin embargo, a pesar de ser una herramienta fundamental para la mejora y la cohesión del grupo, a menudo estos feedbacks pueden ser percibidos como un ataque personal. ¿Por qué ocurre esto?

Yo creo que en parte reside en la profunda conexión que existe entre el músico y su arte. Tocar un instrumento no es solo una acción mecánica, es una extensión de la persona, un reflejo de su ser, sus vivencias y su estado emocional en ese instante.
Tocamos como somos y estamos
Por ello, una crítica a la forma de tocar no siempre se interpreta como un comentario técnico, sino como un ataque a la propia integridad. Esta difuminación entre lo profesional y lo personal es un reto constante que enfrentan los músicos.
La difuminación de la línea
La vida laboral de una orquesta se construye sobre un delicado equilibrio. Cada músico aporta su propia interpretación de la pieza, basada en sus conocimientos, experiencias y valores. El director, por su parte, busca unificar todas estas visiones para lograr un resultado estético común. Para que este proceso funcione, la comunicación y el feedback son esenciales, no solo para alcanzar la estética deseada, sino también para mejorar aspectos que el músico no puede percibir desde su posición.
Pero la comunicación no es solo unidireccional. Los músicos también se ofrecen comentarios entre ellos, creando una red de influencias y apoyo mutuo. Es en esta constante interacción donde la línea entre lo profesional y lo personal se vuelve más borrosa, y donde surgen los posibles conflictos.

El rol de la comunicación en la orquesta
Los comentarios, ya sean del director o de los compañeros, pueden llegar a ser un arma de doble filo. ¿Desde dónde se emiten? ¿Desde el juicio personal o desde la intención de trabajar en equipo? Como ya señaló Bentz-Valerie en 1981, un simple comentario o la invitación a tocar un pasaje solo puede ser percibido como un ataque personal, afectando la confianza y el rendimiento del músico.
Este tipo de situaciones no solo ocurren con los directores. La dinámica entre los propios músicos también puede verse afectada si los comentarios se detienen por una falta de actitud de escucha, o si, por el contrario, son excesivos y cargados de juicio personal.
Por no hablar de la carga físico-psicológica que conlleva el trabajo y que puede hacer que la comunicación sana y asertiva sea muy complicada de llevar a cabo en un ensayo.
Del «juicio» al «trabajo en equipo»
Para superar estos desafíos es fundamental: primero aprender a integrar una autoconciencia emocional personal para poder aprender a comunicarse de una manera sana; para despues ser capaces de fomentar una cultura de comunicación constructiva dentro de la orquesta.
El objetivo no es juzgar, sino colaborar. Los comentarios deberían centrarse en el trabajo y no en la persona, proponiendo soluciones y mejoras desde una perspectiva de crecimiento mutuo. Separando la comunicación del escenario, de la comunicación en la cantina.
Al entender el feedback como una herramienta de co-creación, se fortalece el grupo y se logra un mejor resultado artístico, al tiempo que se cuida la salud psicológica de cada uno de los integrantes.
Deja una respuesta