Sobrevivir en la corriente

En el magazín trimestral de la orquesta donde trabajo, Antwerp Symphony Orchestra dan visibilidad a los músicos.

Por desgracia no está online, pero os dejo la traducción:

Soy un miembro fijo de la orquesta desde Enero del 2020 y desde entonces han sucedido muchas cosas.
Durante todos estos años he experimentado muchos conciertos con diferentes directores, algunos increíbles y otros más complicados; un ciclo completo de la directora titular Elim Chan, innumerables audiciones, colegas que vienen y que se van, momentos inolvidables, etc.

Uno de los momentos que quedará para siempre será el profundo silencio después de la última nota del Réquiem de Mozart cuando todavía era el tiempo del Covid-19. Parecía que el mundo se había detenido. La resonancia, la sala, el vacío en la inmensa sala y el descanso después de haber tocado un programa importante para mi año de prueba fue una sensación indescriptible de mezcla de sensaciones.

Realmente me hizo entender que la música tiene sentido completo cuando tiene una dirección, sin el publico no somos nada.

Uno de los mejores momentos fue cuando toqué mi sinfonía favorita, la novena de Mahler. Eliahu Inbal dirigía y fue prácticamente mi primera semana como miembro fijo de la orquesta.
Otra colaboración importante fue con Sir Mark Elder. Nunca importa lo que toques con él porque siempre plasma su energía pura y sabia con sus maneras. Fue una maravilla ver a la orquesta escuchándole en los ensayos como si de un abuelo contándonos una historia se tratara. Él consiguió devolver la chispa que parecía que se había apagado durante la pandemia.

Photo by: Vincent Callot

Un referente al que admiro es Alain Trudel, trombonista canadiense y director con el que tuve la oportunidad de tener una clase. Me dejó asombrado con el trombón, pero sobretodo con la calidad de la música y su creatividad.

Justo antes de un concierto me gusta estar tranquilo, no tengo rituales como tal, pero me gusta estirar un poco y calentar con mi instrumento para sentirme conectado con mi cuerpo y mi mente para lidiar con las emociones que se experimentan durante nuestra profesión.

El aspecto emocional de la vida de un músico está a veces un poco escondido. Con demasiada frecuencia hemos dado por hecho que los músicos son maquinas perfectas, pero en realidad experimentamos el estrés o la alegría como cualquier persona.
Algunos directores pueden hacerte sentir más inseguro, mientras otros te hacen el trabajo muy sencillo.

Además muchos músicos son PAS (personas altamente sensibles), algo que tiene sus pros y sus contras y que además se da frecuentemente en profesiones artísticas.
Sentimos lo que nuestros colegas o el director necesita en un determinado momento, pero a su vez una tos en el pasillo puede llevarse nuestra concentración por delante, además podemos vernos afectados por nuestra vida personal, nuestra confianza con el instrumento en ese momento y otras muchas circunstancias mientras llevamos a cabo un trabajo denominado como física y psicológicamente demandantemente alto.

¿Cuál sería mi legado como artista? Ni idea. Traigo lo mejor que tengo todos los días. Lo que si espero es que nos atrevamos a ser más abiertos en el futuro, que caigan más tabús relacionados con la salud mental y la higiene emocional y que podamos tener organizaciones más competentes en el área socioemocional para que nuestra sociedad mejore.

En un mundo donde cada vez se debería prestar más atención a las competencias socioemocionales, creo que los músicos podemos desempeñar un papel clave.

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Publicado el

por Adrián Castro Capuz

Translate »

Descubre más desde Reflexiones sobre Psicología y Música

¿Quieres ser el primero en enterarte de las novedades de la página?

¡Suscríbete ahora y recibirás un email con las novedades!

Seguir leyendo sin suscribirme...